Proclamando el Evangelio y preparándonos para el pronto regreso del Señor Jesús.

William (Guillermo) Miller

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William (Guillermo) Miller

1782-1849

Cuando era un niño pequeño, Guillermo Miller vivía en una granja en la parte oriental del Estado de Nueva York. A la muerte de sus padres esta granja llegó a ser suya. De muchacho fue un estudiante diligente, prestándose libros y leyéndolos siempre que tenía una oportunidad. De noche, después que sus padres se habían retirado, él se levantaba silenciosamente, tomaba un libro y se echaba delante de la estufa para estudiar. Una noche su padre lo encontró y lo amenazó con azotarlo si no descansaba y dejaba sus necios hábitos de estudio.

Miller tenía fuertes antecedentes religiosos, pero llegó a unirse a la “multitud” equivocada. Sus amigos eran deístas. Esta gente dejaba de lado la Biblia y tenía ideas vagas acerca de Dios y su personalidad. Pero Miller fue siempre un hombre de elevado carácter moral. Lo que no lograba encontrar en la religión buscaba encontrarlo en logros elevados y patrióticos. Sirvió a su país como un oficial en la guerra de 1812. Sirvió con distinción. Después, sirvió como juez de paz en la localidad donde vivía.

Cuando Miller tenía treinta y cuatro años de edad, se sentía insatisfecho con sus puntos de vista. El Espíritu Santo impresionó su corazón, y retornó al estudio de la Palabra de Dios. En este libro Jesús le fue revelado como su Salvador. Encontró en Cristo la respuesta a todas sus necesidades. Se propuso estudiar la Biblia cuidadosamente y determinar, si pudiera, la respuesta a los muchos problemas que lo tenían perplejo. Su estudio lo condujo a las grandes profecías que apuntaban al primer y segundo advenimiento de nuestro Señor. Las profecías de tiempo lo interesaron, particularmente las profecías de Daniel y Apocalipsis.

En el año 1818, como resultado de su estudio de las profecías de Daniel 8 y 9, llegó a la conclusión de que Cristo vendría en algún momento en el año 1843 ó 1844. Él vaciló hasta 1831 antes de empezar a anunciar sus descubrimientos. Para entonces, la suerte estaba echada. A partir de su primer servicio público, podríamos marcar los inicios del movimiento adventista en Norteamérica. En los meses y años que siguieron, aproximadamente 100,000 personas llegaron a creer en la inminencia de la segunda venida de Cristo.

En 1818 Guillermo Miller llegó a la conclusión de que Cristo iba a retornar en 1843 ó 1844. Pero vaciló en hablar a las personas sobre esto, porque pensaba: “Yo sólo soy un granjero y ellos se reirán de mí”. Así que estudió el asunto quince años más. Luego, un sábado a inicios de agosto de 1831, prometió al Señor que si le abría el camino, él iría.

Arthur Spalding cuenta la historia de cómo el Señor guió a su sobrino, Irving, a la casa de Miller, con la invitación que él había puesto como condición.

“¿Qué quiere decir con ‘abrir el camino?’”
“Bueno, si alguien viniera sin que yo tome la iniciativa, y me pidiera ir a anunciar el mensaje, yo diría que el camino estaba abierto”.
“Y luego, Irving estaba frente a la puerta de casa de Miller, tocando y dándole el mensaje de su padre de ir y realizar un servicio de culto en la ausencia del predicador local: ‘ Venga y enseñe a nuestra gente que el Señor viene…’ ”

“Guillermo Miller, fue sacudido por este repentino llamado. No respondió palabra alguna al muchacho, pero dándose vuelta, salió por la puerta trasera y descendió por la pequeña colina del lado oeste y luego subió nuevamente a un huerto de arces, donde él iba a menudo a orar. Pero a lo largo de todo el camino, una voz resonaba en sus oídos: ‘Ve y dilo, ve y dilo, ve y dilo al mundo”. En su huerto de arces (con algunos de los antiguos y patriarcales arces aún en pie, además de algunos arces más jóvenes) cayó sobre sus rodillas y clamó: ‘¡Señor, yo no puedo ir! ¡Yo no puedo! Soy sólo un granjero, no un predicador; ¿cómo puedo llevar un mensaje como Noé?’ Pero todo lo que podía oír era: ‘¿Quebrarás una promesa tan pronto, luego de haberla hecho? ¡Ve y dilo al mundo!’”
“Al final se rindió, clamando: ‘Señor, no sé cómo hacerlo, pero si tú vas conmigo, yo iré’”.

“De inmediato se levantó la carga que pesaba sobre él. Se llenó de ánimo, saltando se puso de pie — esto dicho de un antiguo granjero de edad madura — y saltaba arriba y abajo, aplaudiendo con sus manos y gritando: ‘¡Gloria! ¡Aleluya!’”.

“Lucy, su hija más pequeña y su más constante compañía, lo había seguido, mientras él se apresuraba camino abajo, y ahora, de pie a un lado, ella observó la oración y triunfo de su padre. Sorprendida de tal explosión emocional, como nunca había visto de su padre antes, corrió de vuelta a la casa exclamando: ‘¡Mamá, Mamá, ven rápido! ¡Papá está abajo en el huerto y se ha vuelto loco!’ Esto fue lo que el mundo dijo de él después, pero Lucy llegó a reconsiderar su juicio y a seguir sus enseñanzas al final de sus días.” – Footprints of the Pioneers, pp. 20-22.

Bien, esa es la historia del llamado de Miller para predicar la segunda venida de nuestro Señor. ¡Cuán poderoso predicador era él! Directo, vigoroso. Miles fueron convertidos a través de su ministerio. Si nosotros esperamos que el Señor nos ayude a alistarnos para su venida y a ayudar a otros a estar listos, debemos ser acuciosos estudiantes de la Biblia y tan fieles en nuestra obra como lo fue Miller, allí por los años 1830´s y 1840´s.

Después del “gran chasco” de 1844, Miller vivió algunos años más. Descansó en Cristo en 1849. Antes cde morir, estableción una pequeña iglesia cerca de su hogar en Low Hampton.

A pesar de su comprensión equivocada del evento que había de ocurrir en 1844, Dios lo usó poderosamente para despertar al mundo a la realidad de la proximidad del fin, y para preparar pecadores para el tiempo del juicio.

Guillermo Miller yace sepultado en el pequeño cementerio de Low Hampton, Nueva York, aguardando el llamado del Dador de la Vida.

Ver: The Great Controversy, pp. 317-330, también Midnight Cry, pp. 17-60; Footprints of the Pioneers pp.18-27 y Captains of the Host, pp. 15-26.

 

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