Textos bíblicos que aparentemente sostienen la inmortalidad del alma

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Toda la Escritura es inspirada por Dios (2º de Timoteo 3:16), y por lo tanto no puede contradecirse. La Biblia presenta con extraordinaria claridad el tema de la muerte, y mantiene una homogeneidad sorprendente a lo largo de todas sus páginas.

Sin embargo, algunos textos que aparentemente contradicen la doctrina bíblica del estado inconsciente de los muertos, deben leerse teniendo en cuenta el texto original griego, las reglas de interpretación literaria y el contexto en que se encuentran.

Seguidamente presentamos los textos bíblicos que parecieran contradecir el resto de la Escritura con respecto a que los muertos no continúan viviendo después de la muerte.

1.
La promesa de Jesús al ladrón arrepentido
(Lucas 23:42, 43).

“Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.”

Jesús no podía haber prometido estar aquel viernes en el Paraíso con el ladrón, por las siguientes simples y muy obvias razones:

1. Aquel mismo viernes Jesús no fue al paraíso, sino a la tumba, donde quedó sepultado hasta el día de la resurrección, dos días más tarde.

De hecho, el primer día de la semana (domingo), tras su resurrección, Jesús mismo le dijo a María Magdalena: “No me toques, aún no he subido al Padre” Juan 20:14-18. Es decir, Jesús aún no se había presentado ante el Padre como sacrificio perfecto, y por lo tanto no podría realmente haberle dicho al ladrón que el viernes mismo estaría con él en el paraíso.

2. Es probable que el ladrón no muriese aquel viernes, pues sólo se lee que le rompieron las piernas, mientras que a Jesús “como le vieron muerto, no le quebraron las piernas” Juan 19:32, 33. Jesús sí murió en viernes, la certeza de que el ladrón muriese en viernes no se tiene.

3. En el texto original griego, no aparece la conjunción “que” (hoti en griego), la cual hubiera sido empleada como en Marcos 14:30 “Y le dijo Jesús: De cierto te digo que (Nótese la insistencia de “hoy”, “en esta noche” que no aparece en el pasaje de la conversación con el ladrón en la cruz) tú, hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces”,

y Lucas 22:61 “Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces.”, si es que Jesús realmente hubiese dicho que en aquel mismo día el malhechor estaría con él en el Paraíso.

4. El malhechor pidió: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” Lucas 23:42. Este malhechor conocía bien la promesa de Jesús de regresar un día a restablecer su reino y resucitar a todos los muertos. El pedido del malhechor está de acuerdo y en armonía con la promesa de Jesús. En aquel mismo día, “hoy”, Jesús le promete que estará con él cuando viniere a buscar a los suyos.

La partícula “hoti” no está en el original, por lo que el “que” fue agregado para poder formar la frase en español, y se puede situar en dos lugares:

A. “De cierto de cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”.

B. “De cierto de cierto te digo hoy que estarás conmigo en el paraíso”.

Como puede verse, el significado de estas dos frases -con solo mover un espacio la palabra “que”- es radicalmente distinto.

La traducción literal del griego, sin incluir la palabra “que” como realmente sucede en el original, es: “De cierto de cierto te digo hoy, estarás conmigo en el paraíso”. En esto no hay contradicción con el resto de la enseñanza bíblica de que los muertos permanecen en el sepulcro o tumba hasta el día de la resurrección.

2.
La parábola del rico y Lázaro
(Lucas 16:19 – 31).

Esta parábola no enseña la supervivencia consciente de los muertos, por las razones siguientes:

1. Cuando alguien muere, el cuerpo queda en la sepultura. Si el alma tuviese existencia independiente del cuerpo, ¿podría tener ojos (v. 23), lengua (v. 24), dedos (v. 24), como se menciona en la parábola?

2. Según la concepción corriente, las almas que están en el infierno no pueden hablar con los que se hallan en el cielo, o, como se presenta en la parábola, las que están en el “hades” (tumba) con las que están en el “seno de Abraham”. Esto prueba que este relato es una parábola imaginaria tan ciertamente como lo fué -por ejemplo- la parábola del hijo pródigo o la del buen samaritano. Interpretar esta parábola como un hecho real es como intepretar como hechos reales cualquiera de las otras parábolas.

3. Esta parábola, así como las fábulas y apologías, son ilustraciones que obedecen a reglas particulares de interpretación. Lo que cuenta no es la exactitud del detalle imaginario, sino la enseñanza central que Jesús deseaba presentar aquí. A los “fariseos, que eran avaros”, como se lee poco antes (v. 14), Jesús enseña que en la vida futura habrá un destino diferente de acuerdo con la actitud que cada uno haya tomado en la tierra frente a Dios y a los bienes de este mundo.

4. Que Jesús no supone la posibilidad de vida consciente sin cuerpo después de la muerte se concluye de su referencia a la resurrección como única posibilidad de comunicarse con los vivos: “Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare (resucite) de los muertos” (v. 31).

5. Jesús aprovechó la creencia popular de los fariseos para comunicar una enseñanza. Esto se vió repetidamente en el ministerio de Cristo. Pablo hizo lo mismo en Hechos 17:22, 23: “Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio.”

Obviamente Dios no estaba en este “templo pagano”, pero Pablo parte de algo que ellos conocen de cerca, aunque no sea correcto, para llevarlos al conocimiento del Dios verdadero.

3.
No temáis a los que matan el cuerpo,
mas el alma no pueden matar
(Mateo 10:28).

1. Este texto no prueba en lo absoluto la inmortalidad del alma, ya que la segunda parte del versículo dice: “Temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”.

De esta segunda parte se deduce claramente que el “infierno no es “eterno”, y que “el alma” se puede “destruir”, quedando claramente probado que la enseñanza de que algunos estarán quemándose eternamente en el infierno, que es completamente falsa, no se puede basar en este texto.

2. “Alma” significa en la Biblia, principalmente “el ser entero” (Génesis 2:7 “Formó, pues, Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra, y alentó en su nariz soplo de vida; y fué el hombre un alma viviente” (RVA). La vida es el cuerpo (polvo de la tierra) + Aliento de vida = Alma viviente, o “ser vivo”.

La enseñanza de Jesús aquí es que los hombres sólo pueden atentar a nuestro cuerpo o vida actual. Pero Dios tiene en sus manos nuestra vida eterna (cuerpo y alma, es decir, la vida eterna). A pesar de la muerte de nuestro cuerpo, Dios podrá reconstruir la integridad de nuestro ser en la resurrección (2 Timoteo 1:12 “Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día”). El Alma, el ser entero, ahora puede ser “destruida” pero no de forma permanente. Nos pueden quitar la vida, pero eso es sólo algo temporal. Dios es quien da la Vida Eterna, y sólo él puede destruir definitivamente el Alma.

4.
Teniendo deseo de partir y estar con Cristo
(Filipenses 1:23).

El apóstol Pablo es el escritor de la Biblia que más realza la verdad de que la única manera de tener vida consciente después de la muerte es por medio de Cristo en el día de la resurrección (1 Corintios 15 y 1º de Tesalonicenses 4: 13-18).

En esta misma epístola a los Filipenses, Pablo dice que prosigue a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (Filipenses 3:14).

¿Y cuál es el premio? La resurrección: “Si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos” (v. 11). Recordemos que la Biblia define el estado de la muerte como “un sueño”. Naturalmente para Pablo, como para todos los creyentes, el primer momento consciente después de la muerte sería el encuentro con Cristo en la resurrección. Por lo que al que experimenta la muerte, no importa si han pasado miles de años o sólo unas horas, el instante inmediato después del momento de la muerte es el de la resurrección.

 

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