La Biblia nos presenta, de manera clara e inequóvoca, la manera como Dios dio vida al hombre.

Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. – Génesis 2:7

Según el recuento del Génesis, Dios formó primero el cuerpo del hombre, incluyendo su extraordinario cerebro donde se alojarían los pensamientos y una serie maravillosa de funciones que veremos más adelante. Sin embargo, aunque completo y perfecto, estaba inerte y sin vida. Entonces “Dios sopló en su nariz aliento de vida” (en algunas traducciones “hálito de vida”), “y fué el hombre un ser viviente” (en otras traducciones “y fue el hombre un alma viviente”o “una persona”).

En este recuento de la creación aparecen en el texto original hebreo, algunas palabras sumamente importantes que nos ayudan grandemente a entender qué fué exactamente lo que ocurrió en este momento grandioso de la creación:

Wayatsar

Génesis 2:7 – “Y יהוה [Yahweh] Elohim formó [wayatsar] al hombre [adam] del polvo de la tierra [admah] y sopló en su nariz el aliento [neshamah] de vida; y el hombre se convirtió en un ser –alma– [néfesh] viviente.”

La palabra “wayatsar” [“formar”], implica el acto de moldear y dar una forma correspondiente en diseño y apariencia con el plan de Dios. Se usa esta misma palabra al describir la actividad del alfarero (Isa. 49: 5, etc.), del orfebre que construye ídolos (Isa. 44:10; Hab. 2:18) y de Dios que forma una variedad de cosas, la luz entre otras (Isa. 45:7), el corazón (Sal. 33: 15), el ojo humano (Sal. 94: 9) y las estaciones (Sal. 74:17).

Dice Dios que todos los componentes del cuerpo son nuevamente tomados por la tierra al momento de la muerte: Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás. – Génesis 3:19

Dios formó al hombre del polvo de la tierra, usando en él los mismos elementos de la tierra. Es curioso notar que todos los componentes químicos encontrados en el hombre, (oxígeno, carbono, hidrógeno y nitrógeno, entre otros) pueden también ser hallados en la tierra, confirmando el relato bíblico. Y otro detalle importante es que estos mismos elementos son también hallados en los animales. Aunque tremendamente variados y diferentes entre sí, los animales y el ser humano comparten el mismo sello distintivo del Creador como miembros indiscutibles de la gran familia del planeta Tierra. Veamos como la Biblia compara a seres humanos y animales:

Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración [ruaj = aliento de vida] tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad. Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo. ¿Quién sabe que el espíritu [ ruaj = aliento o hálito de vida] de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu [nuevamente ruaj] del animal desciende abajo a la tierra? – Eclesiastés 3:19-21

Sin embargo, de todos ellos, sólo del hombre se dice que fué creado a imágen y semejanza de Dios. Un ser dotado de una mente superdotada y poderosa, capaz de pensar y razonar profunda y analíticamente, capaz de elaborar emociones y sentimientos, capaz de comunicarse inteligentemente, capaz de escoger selectivamente, capaz de controlar sus propios instintos (incluyendo el de supervivencia), capaz de recordar, capaz de imaginar y capaz de crear. En todo sentido, un super-hombre con un potencial de desarrollo y expansión inimaginables. Una verdadera obra maestra de la magnífica creación de Dios.

Neshamah

Génesis 2:7 – “Y יהוה [Yahweh] Elohim formó [wayatsar] al hombre [adam] del polvo de la tierra [admah] y sopló en su nariz el aliento [neshamah] de vida; y el hombre se convirtió en un ser –alma– [néfesh] viviente.”

“Neshamah” [“Aliento”], proveniente de la Fuente de toda vida, es el principio vitalizador entró en el cuerpo inerte de Adán. Es el instrumento por el cual la chispa de vida fue transferida a su cuerpo, y del que se dice que es el “aliento” de Dios. El mismo pensamiento aparece en Job 33: 4: .”El soplo [neshamah] del Omnipotente me dio vida”. Impartido al hombre, el “aliento” es equivalente a su vida; es la vida misma (Isa. 2: 22). En la muerte, “no quedó en él aliento [neshamah, vida]” (1 Rey. 17: 17).

Existe otra palabra usada ampliamente en la Biblia [ruaj] usada también para referirse a este aliento, hálito, espíritu o soplo de vida.

Este aliento de vida, para ponerlo en términos fáciles de entender, es básicamente el don de la vido, que sólo el Creador puede proporcionar. Sólo Dios puede dar vida a un cuerpo inerte y sin vida. Este don de vida, o “chispa de vida”, o “aliento de vida”, es el “neshamah”.

Este “aliento de vida” en el hombre no difiere en nada del “aliento de vida” de los animales, pues todos reciben su vida de Dios (Gén 7: 22; Ecl. 3: 19). Por lo tanto, no puede ser ni la mente ni la inteligencia, ni mucho menos una entidad independiente del cuerpo que puede tener vida en sí misma:

Escondes tu rostro, se turban; les quitas el hálito, dejan de ser, y vuelven al polvo. – Salmo 104:29

Nefesh

Génesis 2:7 – “Y יהוה [Yahweh] Elohim formó [wayatsar] al hombre [adam] del polvo de la tierra [admah] y sopló en su nariz el aliento [neshamah] de vida; y el hombre se convirtió en un ser –alma– [néfesh] viviente.”

Cuando al cuerpo inerte del hombre se le comunicó este divino “aliento” de vida, neshamah, el hombre se convirtió en un “ser” viviente, néfesh. La palabra néfesh tiene una diversidad de significados: (1) aliento (Job 41: 21), (2) vida (1 Rey. 17: 21; 2 Sam. 18: 13, etc.), (3) corazón, como sede de los sentimientos (Gén. 34: 3; Cant. 1: 7; etc.), (4) ser viviente (o persona) (Gén. 12: 5; 36: 6; Lev. 4: 2, etc.), y (5) para hacer resaltar un pronombre personal (Sal. 3: 2; 1 Sam. 18: 1; etc.). Nótese que la néfesh es hecha por Dios (Jer. 38: 16) y puede morir (Juec. 16: 30), ser muerta (Núm. 31: 19), ser devorada (metafóricamente) (Eze. 22: 25), ser redimida (Sal. 34: 22) y ser convertida (Sal. 19: 7).

Ninguno de estos casos se aplica al espíritu [rúaj], lo que indica claramente la gran diferencia entre nefesh y ruaj. Por lo expuesto se ve que la traducción “alma” dada a néfesh en la versión Reina-Valera, antes de su revisión de 1960, al igual que otras versiones, no es apropiada si se emplea para referirse a la expresión comúnmente usada como “alma inmortal”. Aunque sea popular, este concepto es completamente ajeno a la Biblia. “Alma” es un sinónimo de “ser”, cumpliendo así el verdadero significado de néfesh en este texto.

El “ser” o “alma” en la Biblia es una persona, un individuo vivo (el orígen etimilógico de “individuo” es “indiviso, que no se puede dividir”), conformado por un cuerpo y una mente vivos y completamente indivisos, juntos dotados del don de la vida. El cuerpo sin la mente no vive, ni vive la mente fuera del cuerpo. De hecho, el cuerpo forma la fisiología y química que permiten la existencia y funciones de la mente, y la mente a su vez retroalimenta la existencia y funciones del cuerpo. Son estrictamente uno y absolutamente inseparables e indivisibles.

 

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