Comunicación

Nuestro director de comunicación (receptor del e-Church Award en 2006 al mejor website de la División Norteamericana): http://www.seccsda.org/news_entries/1608) ha desarrollado sobre el curso de los últimos 15 años un cúmulo de entendimiento y experiencia sobre como optimizar y maximizar las oportunidades de alcance comunitario a través de todos los medios disponibles a través de múltiples formas de tecnología.

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La Iglesia Adventista del Séptimo Día, obedeciendo la orden de Jesús, y consiente de la necesidad de ir y predicar el evangelio a todo el mundo, tiene la comisión de atraer a las personas al bautismo, haciéndolas discípulos con el fin de que también prediquen el evangelio. Para eso ha desarrollado un programa de comunicaciones para maximizar los efectos de la predicación y atraer un grupo cada vez mayor de personas a los pies de Cristo.

“Por tanto, id, y hacer discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mat. 28:19).

Con ese objetivo en mente fue creado el departamento de Comunicación en la iglesia de Deer Valley, donde personas capacitadas académica, cultural y espiritualmente utilizan medios modernos de comunicación masiva para ministrar a personas y unificar pensamientos, ideales, propósitos, aptitudes y acciones de la iglesia, además de promover las relaciones saludables entre la iglesia y la comunidad, para que de cualquier forma el evangelio pueda ser predicado y los corazones alcanzados.

 

Las Comunicaciones
y la Iglesia Adventista

La comunicación es un proceso en el cual las personas comparten informaciones, ideas y sentimientos. Este proceso involucra no sólo la expresión verbal a través de palabras escritas y habladas, sino también la expresión no verbal; o sea, informaciones transmitidas de forma consciente o inconsciente por medio de un lenguaje que no utiliza palabras, como el lenguaje corporal, gestos, entonación, modismos, estilo, comportamiento, así como el ambiente o cualquier otra cosa que aumente el significado del mensaje.

La comunicación es vital en todas las áreas de nuestra vida. Usamos la comunicación para persuadir, influir, informar, compartir. A través de la comunicación descubrimos las necesidades de los demás y compartimos las nuestras.

Los términos comunicar y comunicación tienen su raíz en la palabra “común”; o sea, comunicar es tornar nuestro pensamiento común, hacerlo conocido a las demás personas, y eso se hace por medio de símbolos. Por tanto, debemos utilizar los símbolos que están a nuestra disposición –como palabras, gestos y sonidos-, combinarlos adecuadamente y transmitir nuestro pensamiento con exactitud a los demás. Si lo hacemos así, las personas nos entenderán y consecuentemente podrán cooperar con nosotros. De la misma raíz en común surgen muchas otras palabras conocidas, como “comunidad”, “comunismo” y “comunión”, por ejemplo. Esas palabras están asociadas a la idea de convivencia, relación de grupo, sociedad, tener en común o compartir las mismas cosas.

Las investigaciones demuestran que las palabras ocupan sólo el 7% del poder de transmisión del mensaje. Los 93% restantes tienen que ver con un lenguaje no verbal; o sea gestos, entonación, testimonio e involucramiento.

Todo proceso de comunicación puede presentar ruidos, que son elementos que cusan interferencia y confunden la transmisión del mensaje. Estos pueden ser de naturaleza física (un ruido, una mancha en el papel, iluminación deficiente, un foco quemado, el sonido inadecuado, ambiente sofocante y no climatizado, etc.), sicológica (asperezas, agresividad, etc.), cultural (palabras o expresiones inadecuadas, etc.) o espiritual (incoherencia entre lo que se dice y lo que se vive) y deben ser eliminados al máximo. Por otro lado, el receptor debe actuar de una manera lo más abierta posible para recibir la información en forma clara y precisa. Cuanto menor es el nivel de ruidos, mayor será la posibilidad de que la comunicación se torne en un vehículo eficiente de dialogo, discusión e intercambio de ideas, alcanzando así el objetivo de promover un crecimiento social saludable y bien entendido entre las personas.

No puede haber comunicación sin involucramiento. El mejor medio de comunicación que existe es la vida, el ejemplo, el testimonio, la encarnación de la verdad. Es vivir aquello que se cree y predicar lo que se vive. Los demás vehículos son importantes, pero sólo son canales, sólo aparatos, pero no son vitales.

Es exactamente por eso que el comunicador que pretende pasar un mensaje religioso debe ser íntegro y verdadero, porque las personas estarán leyendo la coherencia entre sus palabras y su vida.

“Pablo llevaba consigo el ambiente del cielo. Todos cuantos lo trataban sentían la influencia de su unión con Cristo. Daba mayor valía a su predicación la circunstancia de que sus obras estaban de acuerdo con sus palabras. En esto consiste el poder de la verdad. La impremeditada e inconsciente influencia de una vida santa es el más convincente sermón que pueda predicarse a favor del cristianismo” (Elena de White, Los hechos de los apóstoles, p. 421).

 

Dios es un comunicador

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1). Como podemos percibir, Dios y la Palabra son uno. La comunicación es parte de la esencia de Dios. Dios es un comunicador por excelencia.

En la creación, Dios dijo y fue hecho. “Dijo Dios: Sea… y fue…” “Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca… Porque él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió” (Gen. 1:3; Sal. 33: 6,9). Los hechos creativos de Dios fueron expresados con palabras, a través de una comunicación perfecta, sin ruidos, de manera verdadera y poderosa. Las palabras de Dios son la expresión idéntica de su carácter; por eso él habla y se hace.

La comunicación en el Edén era perfecta y Dios hablaba cara a cara con sus hijos. Sin embargo, después de la entrada del pecado esa comunicación se hizo imposible. “Vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isa. 59:2). El pecado es el “ruido” más grande de comunicación que se conoce. Desde la caída en Edén el ser humano ha tenido que pagar el precio de la desobediencia, que es la muerte, y así terminaron, como consecuencia de sus hechos, las posibilidades de volver a relacionarse con Dios de forma directa.

Dios, en su infinita sabiduría y amor, estableció un plan para el rescate y redención de la raza caída: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Gen. 3:15).

Ese plan debería ser conocido por el ser humano, pero como el pecado continúa siendo una berrera de separación entre la comunicación de Dios con el hombre, Dios buscó formas de revelar su plan y de revelarse a sí mismo.

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo” (Heb. 1:1,2).
El plan de salvación involucró los elementos de comunicación más significativos. Dios se comunicó de muchas maneras, muchas veces y por diferentes medios. Su objetivo fue alcanzar a los padres, en el pasado, y ahora nos quiere alcanzar utilizando el mayor medio de comunicación que se conoció alguna vez: la Palabra encarnada. Por tanto, Dios habló, creó, escribió, proveyó rituales simbólicos, habitó entre su pueblo y por fin se encarnó. Para que la comunicación de Dios sea eficaz y clara para nosotros, seres imperfectos, exigió la mayor e incomprensible entrega: su Hijo. Ese gesto probó que para que la comunicación sea eficaz debe tener, además de las palabras, una relación y una participación.

“Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo… derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades… para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades” (Efe. 2:13-16). A través de Jesucristo, podemos dirigirnos a Dios. El canal de comunicación está restaurado, la pared de separación entre nosotros y Dios está destruida. Jesús es el medio (el medio de comunicación, el canal, el vehículo) por el cual nos podemos comunicar con el Padre.

Comunicar es producir respuestas. Y de esa manera fue que Dios estableció sus metas. “Mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía…” (Isa.55:11). La comunicación de Dios no falla.

En el plan original, el pueblo escogido tenía una misión: dar a conocer a todo el mundo el carácter verdadero de Dios mediante las palabras y la vida de la nación. Pero debido al orgullo nacional por ser el pueblo escogido, esa misión falló. Dejaron de comunicar las buenas nuevas al mundo. Dios envió a su Hijo: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11). Esa misión sigue siendo la misma hasta hoy.

La muerte de Jesús es el mensaje que el mundo necesita. La iglesia nació en la cruz. La misión de los seguidores de Jesús se confunde con la misión de la iglesia: llevar el mensaje al mundo. “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mat. 24:14).

El objetivo está relacionado con la predicación, que es una acción de la comunicación. La finalidad de la iglesia es facilitar, promover, fomentar y crear las condiciones para que ese objetivo sea alcanzado. Todas las personas que fueron bautizadas están en la iglesia como misioneros y son, por tanto, comunicadores activos del mensaje.

Como sabemos, los seguidores de Jesús son portadores de diferentes done, pero todo cooperan para un mismo fin: promover y facilitar la predicación.

 

La comunicación y nuestra misión

“(Jesús) les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mar. 16:15).

La comunicación es el elemento básico de la predicación del mensaje. Sin ella, la misión confiada a los hombres estaría comprometida, una vez que se enfrenten a ideas y a la necesidad de expresarlas a un número cada vez mayor de oyentes. La claridad en la exposición de estas ideas dependerá del dominio de las técnicas de comunicación, así como de la correcta utilización de los principios que la rigen. Esa comunicación debe ser realizada con o sin palabras, o sea, por la predicación y por el ejemplo.
El creciente número de radios y canales de TV que están a disposición de la iglesia es otro elemento que enfatiza esa necesidad. El despertar de esos vehículos resaltó la necesidad de llevar el evangelio a las personas con la utilización de los mismos, así como acompañar el trabajo realizado. “Todo el que esté relacionado con la obra debe mantener ideas lozanas” (El evangelismo, p. 134).

Ya que estamos viviendo la era de la informática y de la electrónica, se hace imprescindible el contacto con estos elementos para que haya una contextualización de nuestros métodos, haciéndolos compatibles con las exigencias de este tiempo. “Dios quiere que sigamos métodos nuevos y no probados” (El evangelismo, p. 96).

Mientras tanto, la comunicación que lleva un mensaje que transforme las vidas de las personas no se hace a través de un proceso meramente técnico, sino primordialmente espiritual.

El lenguaje debe cargar los sentimientos y la verdad, que es Jesús. Este lenguaje, además de ser suave y simple, debe contener en su delicadeza una fuerza tal que fertilice la mente, el corazón y transforme vidas. Esta comunicación no es responsabilidad de cualquier tipo de lenguaje, sino es el privilegio de quien se propone predicar aquello que vive: Jesús. Sobre todo, la comunicación dentro del ministerio prueba que usted no comunica lo que quiere; usted comunica, primeramente, lo que usted es. Por tanto, es necesario que se entregue cada vez más al Espíritu Santo para ser usado por él.
“Pero el que enseña verdades sagradas puede impartir únicamente aquello que él mismo conoce por experiencia. ´El sembrador salió a sembrar su semilla´. Cristo enseñó la verdad porque él era la verdad. Su propio pensamiento, su carácter, la experiencia de su vida, estaban encarnados en su enseñanza. Así debe ocurrir con sus siervos; aquellos que quieren enseñar la Palabra han de hacer de ella algo propio mediante una experiencia personal” (Palabras de vida del gran Maestro, p. 24).

 

Comunicación Interna

El departamento de Comunicación de la iglesia local tiene una serie de deberes y responsabilidades diferentes, pero mantiene una misma esencia: SERVIR. Eso ocurre porque el departamento en sí, salvo en casos de entrenamientos propios del área, prepara materiales de comunicación, anunciando o informando actividades de otros departamentos como Ministerios Personales, Conquistadores, ADRA, Ministerios del Niño, entre otros, y en general para la propia comunidad de miembros. Por tanto, la primera esfera de trabajo del departamento de Comunicación es la iglesia a la cual pertenece y el primer público, antes de pensar en comunicación externa o medios de comunicación, es la propia iglesia.
Informar correctamente y motivar a través de los mensajes preparados es uno de los pasos para el éxito de las actividades de otros departamentos. Por eso, el éxito del desempeño del departamento de Comunicación está directamente ligado al éxito del trabajo de los otros departamentos de la iglesia.
En este capítulo vamos a explorar cómo debe actuar el departamento de Comunicación dentro de la propia iglesia, apoyando a los demás departamentos y cumpliendo su papel fundamental de mantener a los miembros informados.

 

Apoyo a los otros departamentos

Como vimos, el departamento de Comunicación debe apoyar las actividades de los otros departamentos de la iglesia por medio de anuncios, informativos y motivaciones.

 

El primer paso para desarrollar bien ese trabajo es el siguiente:

Tener un calendario general de su iglesia con todas las actividades programadas de todos los departamentos
Esto se consigue a través de reuniones con los líderes de cada departamento. Si su iglesia sigue la recomendación de la Asociación/Misión local, después de elegir a los líderes al inicio de cada año, cada departamento debe tener un calendario de actividades planificadas para todo el período, considerando las fechas especiales, actividades externas y campañas. Tenga una copia de cada una de esas planificaciones de fechas y júntelas en una única planilla o mapa. Entonces tendrá una visión completa de todas las actividades de su iglesia en el período de un año. Además de eso, aunque no es la función principal del departamento de Comunicación, será el primero en detectar una superposición de fechas o programaciones, pudiendo ayudar, en una manera eficiente, a organizar el calendario de la iglesia.

 

El siguiente paso es:

Clasificar cada actividad como “INFORMAR”, “DESARROLLAR” O “RECIBIDOS/AS”

Las actividades que sólo requieren que los miembros sean informados de su existencia –como reuniones de departamentos, cultos, programas de radio o TV, etc.- deben ser clasificados como “INFORMAR”, y serán motivo de preocupación sólo para incluirlos en boletines, avisos en murales o carteleras de anuncios en las fechas apropiadas. Son las actividades que dan menos trabajo, aisladamente, pero componen el mayor volumen de trabajo en la iglesia y un cuidado constante de las fechas, horarios y lugares que siempre deben informarse correctamente. Este es un trabajo para todas las semanas.

Las actividades de la iglesia local que requieren elaboración de materiales propios –como carteles, boletines especiales o invitaciones- deben ser clasificados como “DESARROLLAR”. Eso puede acontecer en las Semanas de Oración, Semanas de Salud, Semanas de la Familia, Series de Evangelismo, etc. Para esos casos los materiales necesitan ser preparados con anticipación y generan más trabajo. Por eso son más raros. Note que además de “elaborar materiales”, esas actividades necesitan ser anunciadas oportunamente, y también deben ser incluidas en el grupo “INFORMAR”.

Finalmente, las actividades que ocurren en la iglesia, pero que serán organizadas por la Asociación/Misión/Campo local, o por la Unión, muchas veces tienen materiales propios para su divulgación y entrega, como cartillas, revistas, folletos promocionales o lecciones listas que deben ser utilizadas. Son materiales, por tanto debe formar el grupo de “RECIBIDOS/AS” y no necesitan ser elaborados. Al contrario, debe evitarse la elaboración de materiales adicionales o paralelos a los indicados por el Campo (ver capítulo El departamento de Comunicación y la Iglesia Adventista).

Recuerde que, así como las actividades clasificadas como “DESARROLLAR”, las clasificadas como “RECIBIDAS” necesitan ser anunciadas oportunamente y también debe registrarse en el grupo “INFORMAR”:

 

Con este esquema en manos debe tener en cuenta el tercer paso:

Reglas para la INFORMACION,
el DESARROLLO y la RECEPCION de materiales

Esto es muy importante, pues cada departamento estará preocupado con el desarrollo de sus actividades y no es raro que olvide avisar al departamento de Comunicación con la debida anticipación. Por tanto, prepare una carta dirigida a cada líder de departamento, la que contenga los siguientes datos: Fecha y hora límite para el envío de anuncios para el boletín o para los informes del púlpito. Anticipación necesaria (en días) para la elaboración de carteles y boletines para las actividades de los departamentos. Materiales necesarios para la elaboración de carteles y boletines para las actividades de los departamentos (como nombres, músicas, fechas, imágenes, títulos). A quién debe dirigirse cada departamento para “solicitar” los materiales que necesitará (nombre, teléfono, e-mail, dirección postal). Qué materiales pueden elaborarse (carteles, afiches, boletines, videos, comerciales, etc.) y cuáles no (por razones técnicas, de costo o disponibilidad de espacio). Cuál será la forma de solventar los costos de cada material (quién paga, cómo paga y a quién paga).

Atención: No olvide que la producción de materiales, sobre todo impresos, tiene un costo, a veces alto. Siempre debe tenerlo claro, antes de iniciar la elaboración de los mismos, cuánto va a costar la producción y quién va a pagar (si el departamento que pide con su presupuesto, si será donación, etc.). Muchas veces los departamentos solicitan materiales y esperan que estén terminados a tiempo sin recordar que necesitan ser pagados. Por tanto, el costo queda a cargo del departamento de Comunicación y necesita ser pagado por la iglesia, lo que siempre es problemático cuando no fue programado con anticipación.

 

Finalmente, el último paso en la organización de la relación con los demás departamentos es:

Involucrarse con los otros departamentos, participando de las reuniones de definición de las actividades de cada departamento, o por lo menos tener acceso al acta de reunión.

Esto permitirá conocer cuándo y, principalmente, qué necesita ser elaborado y con qué contenido. Esperar que cada departamento defina por sí solo lo que necesitará y luego “encargue” al departamento de Comunicación puede hacer que materiales eficientes sean olvidados, y otros comunes pero menos eficientes sean los únicos recordados, ya que los participantes de los demás departamentos no necesariamente tienen experiencia para pensar en materiales de comunicación.

Participar de todas las reuniones puede ser cansador y a veces imposible, sobre todo si está programada más de una al mismo tiempo. Por esto, es importante conocer las actas para tener una idea del objetivo de cada actividad y así poder sugerir, entre otras cosas, opciones de materiales de comunicación.

 

Registro y búsqueda de miembros

Una de las primeras reglas de trabajo de un buen comunicador es saber con quién se está comunicando, y eso incluye: quién, cómo y ¡cuántos son!
No es raro que los comunicadores de la iglesia no tengan noción de la cantidad de miembros activos de la iglesia. Eso impide planificar con cuidado la cantidad de materiales que deben producirse (por ejemplo, la cantidad de materiales a ser producidos), afectando los costos y la eficiencia de la comunicación. Algunas orientaciones importantes al respecto son:

 

Hacer un censo de los miembros de iglesia

Es posible que la Secretaría de la iglesia tenga la cantidad oficial del número de miembros de su iglesia, pero no siempre ese número refleja la realidad del tamaño del público con el cual nos relacionamos. Primero, porque en los registros figuran los miembros bautizados. Segundo, porque no revelan los que asisten frecuentemente y no son bautizados, o los que tienen su registro de miembro en otra iglesia.

Para tener un número más realista, por tres semanas consecutivas designe a un miembro de su equipo, o hágalo usted mismo, y cuente todas las personas que asisten a cada reunión o culto, en cada clase, incluyendo los departamentos infantiles. Con esa simple metodología puede descubrir cuál es el volumen de miembros que asiste a cada reunión, y así podrá producir el material correcto con la cantidad correcta para cada ocasión.
NOTA: La Secretaría de iglesia tiene un programa proporcionado por la Asociación/Misión donde podrán ser registradas todas las personas que frecuentan la iglesia: interesados, miembros que todavía no solicitaron la carta de traslado, etc.
Ahora que usted sabe cuántos son, es importante que sepa lo que piensan los miembros de iglesia.

 

Hacer una encuesta de opinión por lo menos una vez cada tres años

Ese es el período de tiempo ideal para una encuesta en la iglesia, pues es el tiempo suficiente para intentar cambiar puntos establecidos en encuestas anteriores (a menos que sea la primera) y evaluar nuevamente si hubo cambio de opinión.

La encuesta debe hacerse por escrito con todos los miembros de iglesia, incluyendo los niños que pueden ser interrogados y que puedan escribir.

Una vez anotadas todas las posibles respuestas, debe hacerse el recuento (llamado tabulación) y, posteriormente, una lectura y análisis de las informaciones. El análisis de los datos, normalmente, es un proceso que requiere experiencia y sensibilidad, así como la forma de presentar los resultados. Siempre que sea posible, pida la ayuda de alguien que haya participado de ese proceso.

Finalmente, usted también puede crear una ficha de registro para uso del departamento de Comunicación, para que todos la llenen, independientemente de si son o no miembros de iglesia, bautizados o no, niños o adultos; basta que asistan frecuentemente. Esa ficha puede incluir:

– Nombre – Teléfono – Email – Profesión
– Dirección completa – Nombre de los padres – Lugar de trabajo/estudio
– Fecha de nacimiento – Nombre de los hijos – Fecha de bautismo

Usted también puede agregar otros datos, pero con esos ya es posible saludar e informar aniversarios, enviar correspondencia a familias, convocar a miembros específicos para reuniones y programaciones, etc.

 

Ver también:

COMUNICACION EN EL MANUAL DE IGLESIA

COMUNICACION MUNDIAL DE LA IGLESIA

DECLARACION DE ETICA

ENLACES Y RECURSOS ADVENTISTAS